jueves, 29 de octubre de 2015

Hablar o no hablar, esa es la cuestión.

Esa es la cuestión que te planteas cuando te encuentras parada en una pequeña cabina, de la pequeña recepción, de unos pequeños apartamentos, en pleno Londres, sin saber inglés, intentado explicarle al niñato pelirrojo que haga dos cuentas en lugar de una y, tras intentarlo tres o cuatro veces durante las cuales el niñato ni te ha mirado a la cara, cuando, de repente, suelta un enérgico y grosero "Just a moment", sin dejar de apuntar cosas en su libreta.

¿Qué haces ahora? ¿Hablas o no hablas? ¡Qué momento!

 Si hablas le vas a decir una palabrota de las gordas y ya te vas a venir arriba y vas a hacer un discurso sobre la educación en general y en particular el trato a los turistas gracias a los cuales ese personaje cobra. Y ya puesta le vas a decir que qué se han creído los ingleses, con la crema de cacahuete y el fish & chips a cuestas todo el día, que no saben ni lo que es un euro, que todo lo hacen al revés, hasta conducir, y que su reina es una impresentable que no se muere por no dejar reinar a su hijo. Y que, por supuesto, todo eso no pasa en tu país, donde a los turistas se les besan los pies, aunque sean morralla, porque se dejan sus ahorrillos en nuestras costas, en las que casi hay más pubs ingleses o irlandeses que tascas españolas. Todo, para contentar al turista, a los ingleses, que son todos unos borrachos, que comen bacon por la mañana temprano. Eso, si hablas. 
Si no hablas, mientras el enfurruñado pelirrojo termina sus anotaciones y se digna mirarte con cara de asco, tu cabeza empieza a escupir preguntas y respuestas a velocidad de vértigo, ¿qué se ha creído el niñato éste? seguro que no tiene ni la EGB, que poca educación, pero claro, aún no me ha asignado apartamento y si le digo algo y lo cabreo seguro que me busca el peor. Y luego cuando me instale si necesito algo y vengo a pedírselo, seguro que no me lo da. Mejor no decir nada. Hay que saber esperar, "Revenge is served cold dish". Y para ello no hay nada mejor que el Trip Advisor, donde la gente opina de los sitios, y ese va a ser mi momento, ahí se va a enterar este pringado de todo lo que pienso de él, y de sus compatriotas. Quizás haya suerte y cuando lean las opiniones de su establecimiento, se entere bien enterado de todo lo que no le estoy diciendo en este momento. Ay, pero qué coraje.

viernes, 23 de octubre de 2015

Momento tractor

Carretera A 340. Siete y veinte de la mañana. Me quedan dieciocho kilómetros y diez minutos para fichar. Aún es de noche y aparece el primer tractor. Y otro más adelante. Y otro más, y otro y otro. Con las luces de emergencia y los ojos pegados al retrovisor temiendo que me impacte algún despistado, empiezo a desesperarme y a preguntarme ¿dónde van esos tractoristas tan temprano si no se ve nada?, ¿por qué no van por el campo, no son vehículos para eso? Si, ya se que van a trabajar, que no están ensayando una procesión para el día de San Cristóbal, pero se da la circunstancia que yo también voy a trabajar. No hay cosa que más me reviente que darme un madrugón para chupar ruedas de tractor. Este momento se repite casi cada mañana como una pesadilla recurrente sin aparente solución. Aunque apuesto con quien quiera a que si le ponen una máquina de fichar en mitad de la finca, le meten el turbo al tractor y se acaba la pesadilla.